sábado, 31 de diciembre de 2016

Presente

A Esther y a Núria, por sonreír.

  Estoy corriendo. Es 31 de diciembre y hace frío pero yo estoy corriendo con mis mallas y mi jersey verde chillón. Corro con los cascos puestos mientras mi cabeza va de un lado a otro, desde la automotivación hasta el arrepentimiento. Me pregunto qué demonios estoy haciendo corriendo por las calles donde niños pasean con sus juguetes recientemente adquiridos y grupos de personas se sientan en la terraza de un bar en compañía charlando de forma animada. Mi vecino me despide en la puerta del portal con una sonrisa y deseándome un buen año. Le he respondido de forma cordial aunque tenía prisa. Tengo que correr mientras suena Solanin.

  Es la una de la mañana. Ayer me fui a dormir temprano y esta mañana me he levantado resfriado. El invierno llega aunque a través de los auriculares suenen melodías en manga corta. He salido a tomar algo y a leer un libro de Ishiguro. Antes de volver he comprado pañuelos para parar un tren. Van a ser dos días largos sin que los supermercados abran y hay que aprovisionarse como es debido. Sigo corriendo, cruzando carreteras y esquivando peatones que exhalan humo blanco mientras pasean a sus perros.

  No sé muy bien qué estoy haciendo ni donde lo estoy haciendo. ¿Por qué corres? me pregunta mi yo interior. Quizás para huir de algo o de alguien, quizás para alcanzar a esa persona o atrapar ese momento. Me veo a mí mismo corriendo delante mío a un ritmo mucho más elevado que el que llevo ahora mismo. Intento acelerar pero es imposible. Mi fantasma se disipa en el horizonte sin  que pueda hacer nada. Pero yo sigo corriendo. ¿Por qué corres? No puedes huir de tu pasado y tampoco quieres llegar a tu futuro porque sabes como va a ser, la experiencia se va repitiendo, las ilusiones se van quebrando y las esperanzas se rasgan en un universo finito. ¿Por qué corres? Tus dudas y tus complejos te sujetan de las piernas, y tus brazos no son lo suficientemente largos como para agarrar a tus sueños, sabes que un chasqueó los transformará en una pesadilla. ¿Por qué corres? Sería más fácil lanzarse al vacío del abismo o dispararse un tiro en la sien. Sería hasta poético, aunque no eres más que un mediocre morirías con veintisiete años como tantos artistas famosos. ¿Por qué corres? ¿Acaso es dolor el que te hace ir a buscar más sufrimiento?Sí, no quieres que te alcance pero ya vive dentro de ti. Sabes que por mucho que corras nunca llegarás, tu límite es el suelo, no el cielo. ¿Por qué corres? Date por vencido. Lo único que te va a rodear es la soledad. No sabes hacer amigos, no sabes mantener personas y las culpas de todos y cada uno de tus fracasos. ¿Por qué corres, amigo mío? ¿Por qué?

  La rodilla me está matando. No tengo ningún motivo para correr, debería parar y dejar de forzar. Estoy lejos de casa, casi en el pueblo de al lado pero la rodilla... Los pinchazos me dicen que basta ya de correr, coge el camino a casa y ves caminando. Cojo y enfermo, sudando y perdiendo. Vamos a casa. Pero no quiero dejar de correr pero no sé porque no quiero dejar de hacerlo. ¿Eres feliz? Sí. ¿De verdad? De verdad. Entonces... ¿Por qué corres? No lo sé. No lo sé. No lo sé. Arranco con más fuerza, quiero gritar, quiero llorar, quiero seguir adelante para que todo se quede quieto, que no cambie ni un ápice. Me sonríe una señora con el carro de la compra, un coche aguarda en la esquina y a duras penas consigo esquivarlo. 

  ¿Tienes miedo a morir? ¿Qué es la muerte? Un chas, un abajo el telón, cinco segundos, quizás menos y se acabó todo. ¿Temes morir? No tengo miedo. No lo tengo. Sigo corriendo en este caos interno mirando al frente y sudando. El sol de diciembre pega de forma intensa pero no quema, el paisaje que se abre se hace eterno. ¿Era tan grande la playa? No lo recuerdo. Recuerdo que pensé algo parecido cuando murió mi madre... ¿Tan grande era esta casa? ¿Qué hago metido en cuerpo vacío de sentimientos y lleno de miedos? ¿Qué hago con una mente despierta que solamente piensa en los y si condicionales que están por llegar? ¿Qué hago con la vida?

  ¿Dónde está mi fantasma? No lo sé. ¿Has pensado en las despedidas? No, solamente pienso en correr. ¿No te gustan las despedidas? No, nunca me acostumbraré a ellas. ¿No es la muerte una despedida? Más o menos pero... Joder, hay que seguir corriendo aunque la rodilla me esté matando. Espera... Quizás no sea la rodilla, parece un ligamento que ata la rodilla derecha con el tobillo derecho. Está tensado como una cuerda de guitarra que está a punto de ser tocada. Quizás se rompa. ¿Te despides? No tengo esa intención, no todavía. ¿Por qué corres? Es verdad que no lo sé pero algo me dice que corra. ¿A qué le temes? Piensa, piensa, a qué le puedes temer. No te olvides de seguir corriendo. Sabes que el futuro te aguarda pero sigues corriendo. Sigo corriendo. Abandona

  Sigo respirando, sigo corriendo. El pasado siempre termina atrapando al futuro por pura rutina. Despedidas... Ya, no quiero despedirme. ¿Miedo? Sí, tengo miedo. ¿A las despedidas? No... Tengo miedo a no volver a verla, a no ser capaz de sentarme con ella y tomar café, a que su sonrisa se disipe en unos recuerdos amontonados en un trastero abandonado por mi yo interior. Tengo miedo a dejar de vivir, a abandonar y a no poder volver atrás y cambiar mi pasado. Tengo miedo a perder. 

¿Por qué corres?

Porque si no corro ahora... ¿Cuándo lo voy a hacer?
Dibujo de Inio Asano del manga Solanin.

martes, 20 de diciembre de 2016

Rojo sobre rojo no es granate: resaca

A Rojo, por ser.

  No he vuelto a ver a Rojo desde aquel día. Por la mañana me levanté, me vestí y llamé a la grúa para volver a casa. No le di dos besos, no le di un abrazo ni tampoco me asomé en su habitación. No he vuelto a saber de Rojo. No he vuelto a hablar con ella ni de ella. 

  Echo de menos a Rojo.