martes, 24 de mayo de 2016

El placer del no saber

  Ayer mi hermana me dijo que tenía buen porte. Estaba cepillándome los dientes cuando lo hizo. Yo me reí con la pasta de dientes transformada en espuma saliendo de mi boca y cayendo en la pica. No entendí muy bien a que vino ese comentario, le salió espontáneo y tampoco es que yo me hubiese currado una pose o una vestimenta. De hecho iba en chándal lo cual dice bastante de la situación. Tampoco sé que significa tener porte. No entiendo muy bien como se define el porte de una persona. No me he matado en tratar de descifrarlo porque básicamente, no me importa. Eso si, hizo que me mirase en el espejo una vez terminada la tarea que traía entre manos. Dos días antes una conocida o una amiga (tampoco sé como calificarla) me había dicho que era un chico guapo. No me lo suelen decir y si lo hacen yo no me entero. Ni ganas, ojo. Supongo que es una opinión entre tantas que me termina llegando por sinceridad o por compromiso. Ayer cuando me reflejé en el espejo no vi el rostro de alguien a quien yo cualificaría de guapo pero a ella le parezco guapo. La genética es algo fascinante, la verdad. Tengo cero mérito en ser o parecer guapo y me lo dice. De hecho, mis características físicas son las que más me recuerdan y lo hacen de forma continua, más ahora que trabajo con niños. Me miran y no salen de su asombro: "eres muy alto", "que feo eres", "tienes mucho pelo en la cara, quitatelo" o "no tienes pelos en los brazos, que suaves los tienes". En todo ello tengo cero mérito. Bueno no, podría afeitarme pero estoy en modo James Harden, me da miedo quitarme el poco vello que tengo y descubrir mi cara desnuda. Paso, tal y como estoy me asusto menos de mí mismo. 

  Mi hermana se fue entre sonrisas y yo seguía mirándome en el espejo. Siempre entro en el lavabo con mi MP3 para ir escuchando música (obvio, ¿no?). Normalmente escucho rap excepto por las mañanas que Ray Charles inunda mi consciencia. Antes me encontré con la vecina que es una de las niñas del comedor que insiste en que soy muy feo. Me pregunto que discusión tendrían ella y mi conocida/amiga para tratar de convencerse la una de la otra sobre quien tiene razón. Creo que es algo subjetivo. No lo creo, lo es pero a veces queda más cordial decir que lo crees que si no parece que tengas la verdad absoluta. No quiero decir que tengo la verdad absoluta pero hay cosas que son así y no puedes discutirlo. La opinión sobre el físico de una persona lo es. Bueno, básicamente casi cualquier opinión personal de esta índole (que ganas tenía de usar esta palabra) lo es. En fin, la discusión tendría poco futuro de hecho. La vecina tiene 12 años y mi conocida/amiga es de las que dan el brazo a torcer rápido, pasa de discusiones y malos rollos. O esa es mi impresión aunque la conozco virtualmente así que no puedo hablar demasiado por ella. No sé donde está mi hermana. Mi hermano anda desaparecido, dijo que iba a comprar pero me huelo que se ha ido con sus colegas a dar una vuelta o a correr un rato para mantenerse en forma. Mi padre hace rato que no vuelve pero mejor, seguro que estará bien acompañado, riendo e igual ha cenado de forma decente. Nosotros o mejor dicho yo, tengo una cena basada en pan y mantequilla o queso fresco. No me quejo. No sé cuando fue la última vez que cené de verdad en estas cuatro paredes. Seguro que algún día aleatorio entré en casa y descubrí que había una sopa para cenar, una ensalada ligera y un postre bueno. O igual no, yo ya no sé que es y que dejó de ser. Menos sé que fue lo que nunca fue. 

  Me sigo mirando al espejo a todo esto. Es magnífico lo que un espejo puede enseñarnos. Yo soy de las escuela de Nach, de los que prefiere mirar a través de ventanas antes que mirar el espejo pero en el baño no hay ventanas. Además, verse a uno mismo de vez en cuando te obliga a pensar en quien eres. Los chavales del comedor me odian bastante, esa es mi impresión. No es que me lleve mal con ellos, es simplemente que no me llevo. Ellos hacen y yo hago, ellos se portan bien dentro de unos límites y yo me porto bien y les voy dejando hacer. No me gusta gritar ni me gusta castigar demasiado, de niño no me gustaba que me gritasen ni que me castigasen. No significa que no lo haga pero trato de evitarlo. Creo que a algunos no les caigo mal del todo pero bueno, son una minoría. Me manejo mejor en el baloncesto, creo que los de la escuela me tienen algo de aprecio, algunos más que otros. Luego está Helena que es una maravilla y espero que siga siéndolo con los años. Con los mayores me lo paso bien, hablamos de baloncesto, discutimos sobre distintas cosas e intentamos pasar un buen rato. A todo esto, me he dado cuenta que hoy visto de color azul. Recuerdo una vez que una compañera de clase me dijo que le gustaba un jersey que llevaba pero su amiga le dijo rápido y veloz que era demasiado azul para su gusto. Era el típico jersey de rayas azules y negras, no entendí muy bien que significaba la expresión "demasiado azul" y ahora pese a que le doy vueltas, sigo sin comprenderla. El jersey que llevo es totalmente de color azul, en la misma tonalidad a ese otro que le acabé regalando a mi hermana porque me iba pequeño. El que llevo ahora era de mi hermano. Bueno, lo sigue siendo pero me lo pongo yo y como no se queja pues me lo apropio. Me pregunto que andarán haciendo esas dos amigas, hace mucho que les perdí el rastro. Claro que yo, sin whatsapp ni Facebook tampoco ayudo demasiado. 

  Bueno, he salido del baño. Me voy a cambiar y a la cama. Quizás me duche antes aunque es tarde y me va a estar prohibido poner música. Va a ser una putada. Mañana pinta a día duro. Por cierto, me encontré con una amiga que se ha cortado el pelo. La vi de lejos acompañada por sus padres pero no quise ir a saludarla. Tendremos oportunidades mejores si ella lo desea. Pero intuyo que no lo va a desear así que nos quedaremos con las ganas. Pero no sé, quizás un día se acuerde de mí y de que sigue teniendo mi pelota colgada en su tejado. Mientras me voy a perder entre sábanas y mantas, entre verdades a medias mientras me ahogo en vasos llenos de vacío. Y si alguien se pregunta alguna vez que estoy explicando aquí la respuesta es nada. A veces uno se dedica a escribir lo más desorganizadamente posible y lo hace por puro placer. Pues esto es por placer y por la afición de escribir. No lo he dicho, pero me salta el corrector un montón de veces. Tantas que paso de hacerle caso. Yo escribo pero no sé escribir. Y seguro que lo habéis notado. En fin, que buenas noches o buenos días dependiendo de la hora. Que yo ya no sé nada y por no saber me quedo con ganas de aprender.

lunes, 2 de mayo de 2016

Frenesí

  Esperar sentado mientras jóvenes absortos en sus teléfonos pasan de largo, aburrirse, mirar el horizonte, estirar el brazo para agarrarlo, levantarse, caminar a solas por senderos inundados de arena y pensamientos de viajeros errantes, marcar tu propio ritmo, avanzar al pasado, pasar del pesar, pisar con fuerza, andar en cursiva, correr en negrita y subrayado, cruzarse con indeseables, conocer personas nuevas, sentir el viento cabalgando un ciclomotor jubilado, encontrarte perdida entre la muchedumbre, quedar encandilado de tu sonrisa que sobrevive intacta al impacto del paso ligero del tiempo, ilusionarse sin motivo aparente, enamorarse del vacío, teñirse el pelo de rosa chicle, perseguir tu presenciar, columpiarse en tu inconsciente, apartarse para no estorbar, esforzarse en ser mejor, hacerse mayor a pasos menores, imaginar tus límites, llegar tarde por rutina, beberme tu sudor, acariciar lo más profundo de tu ser, bailar en la frontera de cuerpo, vivir en tus labios, ansiar que la primavera te desnude para pasear con los dedos por tu vientre plano, ponerle banda sonora oficial a mis ideas, caer en el tercer movimiento de una sonata para piano, tocar el contrabajo en tus cuerdas vocales, leer sentimientos escritos en una brisa de verano, reflejarse en ventanas que anhelan ser espejos, ser el destino, transformarle por avaricia, divertirse, reír y contagiar la risa, burlarse de tus enemigos con la lengua fuera, obedecer a tu instinto, tirar a canasta, anotar un gol por la escuadra, renunciar a la derrota, desaprender a perder, viajar al corazón por la aorta, apretujarse en la parte trasera de un coche, abrazar por inercia, vengarse rápido para estrellarnos a toda velocidad como amantes en una carrera contrarreloj, refugiarse en tus versos y en tus besos, ir al paraíso en el Apolo XIII, pintar la luna con los colores del arco iris, iluminar la cara de un felino ágil escondido entre bolsas de basura y residuos de esperanza, dormir en tu regazo, despertar un dos de enero, olvidar recordar que debes olvidar lo sucedido la última noche y recordar no olvidar tu punto de partida, mantenerse firme cual soldado formando fila, escapar de la cárcel de tus brazos, molestar a la soledad, incomodarla, adivinar la fecha de caducidad del nosotros, morir en el naufragio de tu melancólica mirada, derrumbarse como castillos con estructura de naipes y muros de arena engullidos por la hambrienta marea, llorar en vano, trazarte en tu elipsis, contarle al universo que te necesito, rozar el infinito y hacerlo más duradero y largo, mentir con sinceridad, deshacer los pasos que dimos una cálida mañana de septiembre, borrar tus huellas que quedaron en marcadas en mi piel, enterrar las excusas y las disculpas volátiles, quemar tu esencia de mi habitación, romper en mil trozos este escrito, creer en perder la fe, respirar el aire sucio de la gran ciudad, apreciar el paisaje que florece en marzo, echar de menos a la nostalgia, rememorar tiempos peores, valorar la nueva senda abierta, volar sin rumbo, explicar el motivo por el cual nunca se dan explicaciones, acechar a las sombras, asustar a los monstruos que habitan bajo la cama, soñar con pesadillas, admirar la salida del sol, despedirse del niño que fuiste, partir al lejano oeste, batirse en duelos dialécticos, inhalar el último de tus suspiros, quererse, regalar todo el odio que te queda al primero que se cruce contigo y liberarse de los miedos que te impidan vivir para ser.